Robledo en valor (64): Frascuelo debutó como banderillero en Robledo de Chavela (1862)

Salvador Sánchez Povedano (Frascuelo), Churriana de la Vega (Granada), 23.XII.1842 – Madrid, 8.III.1898. Torero.

Recogen las crónicas de la época que debutó como banderillero de Manuel Cano, “El Hurón”, en Robledo de Chavela (Madrid) en 1862, tomando la alternativa cinco años después de manos de Francisco Arjona Herrera “Cúchares”, con un toro llamado “Señorito”, el 27 de octubre de 1867.

Considerado como una de las grandes figuras de la tauromaquia de finales del siglo XIX, junto con Lagartijo y Guerrita, y uno de los artífices de la «primera revolución del toreo».

Mantuvo, en lo mejor de su carrera desde 1868 hasta 1889, una famosa rivalidad con Rafael Molina «Lagartijo» comparable a la que antes mantuvieron Pedro Romero y Costillares, y después Joselito y Belmonte[1].

De Lagartijo decían las crónicas que destacaba su sentido artístico y la elegancia con que ejecutaba las suertes. De Frascuelo, el valor y su verdad a la hora de matar.

El 20 de julio de 1863 sufrió una grave cogida en Chinchón (Madrid) al poner un par de banderillas. Según Peña y Goñi, en su libro “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”, que Frascuelo “citó al animal para quebrarle, midió mal los terrenos, y fue enganchado y volteado, recibiendo una tremenda cornada en la parte interior del muslo derecho, que le tuvo en cama tres meses”[2].

El estilo de Frascuelo se caracterizaba por su notable toreo en corto, el dominio de la muleta y su decisión a la hora de la estocada, suerte que realizaba por lo general “arrancando”. Su trayectoria taurina y su actitud ciertamente romántica, llena de coraje, lo convirtieron a su muerte en un verdadero mito.

Según la cronología publicada en el libro de Peña y Goñi, en 1875, “la figura taurina de Salvador se politiza, pasando a ser el diestro de las clases acomodadas y de la aristocracia”. Lagartijo era, por el contrario, el torero de los intelectuales. Era tan grande su fama que, cuando pasaban en tren por Torrelodones (donde se retiró el torero), Alfonso XII y su hermana la Infanta Isabel «La Chata», siempre paraban a saludarle.

Referencia de

ANTONIO MACHADO en “El mañana efímero”

(1913)

«La España de charanga y pandereta,

cerrado y sacristía,

devota de Frascuelo y de María,

de espíritu burlón y de alma quieta,

ha de tener su mármol y su día,

su infalible mañana y su poeta«.

Este es uno de los poemas más emblemáticos del Antonio Machado (1875-1939). Del Machado que denuncia enojado la descomposición de la patria, el atraso moral e intelectual de la sociedad de su tiempo, la secular decadencia que ni siquiera es consciente de su descomposición.